BODA EN EL CAMPO EN GUADALAJARA
Tras realizar la preboda, ahora os cuento cómo fue esta boda en el campo en Guadalajara. La ceremonia religiosa se celebró en Madrid, y después nos dirigimos a la finca donde los novios querían realizar sus fotos de pareja, y la celebración.
Es una finca privada donde trabaja habitualmente el novio. Gracias a que hicimos ahí las fotos de preboda, ya conocía el terreno, así que todo fue mucho más fácil.
CASARSE EN EL CAMPO ES UNA OPCIÓN DIVERTIDA
Los novios tenían muy claro que la suya sería una boda en el campo en Guadalajara. Y ello porque en la finca donde trabaja el novio, pasan los fines de semana, en familia. Les encanta el sitio. Y no están expuestos a miradas de otras bodas.
Así que celebrar tu boda en tu propia finca, es original y divertido. La zona donde se encuentra ubicada es en Mohernando, provincia de Guadalajara.
LOS PREPARATIVOS DE LOS NOVIOS
Como marca la tradición, previamente se hicieron las fotos de los preparativos de los novios. Son fotos divertidas, donde los primeros nervios aparecen.
Son momentos entrañables de los novios con sus padres y seres más queridos que les acompañan en este ritual de vestirse para la boda.
LA CEREMONIA RELIGIOSA EN MADRID
La ceremonia religiosa de esta boda en el campo en Guadalajara, se celebró en la Parroquia Nuestra Señora de las Américas. Una pequeña iglesia que hace que todo sea más familiar e íntimo. Uno de los momentos que más me gusta captar con mis cámaras Nikon, es cuando el novio, emocionado, ve entrar a su novia hasta el altar.
PASEANDO POR EL CAMPO
Tras la ceremonia nos trasladamos a la finca. Allí pudimos realizar una sesión de fotos de pareja, perdiéndonos por el campo, y paseando por donde habíamos realizado las fotos de preboda.
Los novios se mostraban cariñosos, felices. Todo estaba saliendo perfecto. Tras muchos meses de preparación y la incertidumbre de organizar ellos todo en un lugar donde no se hacen bodas.
Tras las fotos de pareja, fuimos con los invitados. El cóctel resultó perfecto, largo, y los novios se lo pasaron de lo lindo con sus invitados, mientras íbamos sacando fotos con estilo fotoperiodístico.
Después fue la cena y el baile. Todo en exterior, con una agradable temperatura propia de un caluroso mes de julio.
Para mí fue una de esas experiencias que no olvidas, porque todo resultó muy familiar y ameno. Y esto es clave para un fotógrafo de bodas.